En Japón, existe una técnica artesanal tradicional de tejido de sogas “himo no ami”, o también hacer soga, “nawa wo nau”. Esta técnica consiste en frotar la paja que queda de la trilla del arroz con un movimiento de frotación de las manos, creando así, una soga o “nawa” fuerte y duradera.
La habilidad y la técnica necesarias para crear estas cuerdas se han transmitido de generación en generación, y es considerada una forma de arte y artesanía muy apreciada en la cultura japonesa.
Proceso del Nawa Wo Nau: Cómo se hace la cuerda
Primero se ablanda la paja: se toman porciones dispuestas en la misma dirección, y se las selecciona separando la paja propiamente dicha, de las hojas. Las porciones de hojas que suele tener se llama “Ha no bubun”, se las retira y se deja la paja. A este proceso se le dice “erabu”, elegir.
Luego de elegidas, mediante guantes o “tebukuro”, se las peina con la mano de punta a punta. El proceso se realiza para eliminar toda la “hakama” que aún quede en el tallo de la paja.
Una vez todo dispuesto, se las moja y se golpean suavemente con un palo, técnica llamada “naguri”. Es importante evitar golpear con fuerza excesiva durante este proceso para no dañarlas. Con el mojado y el “naguri”, obtenemos el material ya blando y preparado para trabajar.
Luego se divide la paja en dos manojos de 3 tallos, se los coloca entre los dedos de los pies y comienza el trabajo que consiste en deslizar las palmas de las manos hacia adelante y hacia atrás a lo largo de las fibras mientras se frota, “suri”.
El tejido tiene un doble enrollado, por un lado, cada uno de los manojos, y por el otro, entre ambos. Este proceso permite que las pajas de arroz se entrelacen y unan, y se puede añadir más cantidad hasta alcanzar la longitud deseada, creando una cuerda más fuerte y duradera.
Las cuerdas que resultan se utilizan para hacer una variedad de productos de paja, como sandalias tradicionales “waraji”, soportes para ollas y otros artículos, pero sin dudas, uno de los usos más significativos es para hacer las sogas llamadas “Shimenawa”, que son utilizadas en la purificación ritual del sintoísmo.
“Shimenawa”, cordaje que conecta con lo divino
Esta cuerda sagrada, utilizada en el sintoísmo, está hecha de paja de arroz y marca los límites sagrados en los santuarios shintoístas.
También, se coloca alrededor de los objetos sagrados, y se cree que actúa como una barrera para mantener alejados a los espíritus malignos y proteger el lugar sagrado. A menudo, se le añaden tiras de papel zigzagueante, llamado “shide”.
Preservación y promoción de la cultura y el patrimonio
Conexión con la naturaleza:
La construcción de sogas a mano por los campesinos es una actividad que está estrechamente relacionada con la naturaleza y sus ciclos.
La recolección y preparación de las fibras naturales, así como la construcción manual de las sogas, requieren un conocimiento del entorno natural y una conexión profunda con la tierra y sus recursos.
Fortalecimiento de la identidad cultural:
Es una herramienta antigua que se utilizaba para colocarse entre la espalda y la madera que se llevaba cargando. Esta herramienta ayudaba a distribuir el peso de la carga y hacerla más cómoda de llevar.
“Nawa wo nau” es una actividad que ha sido transmitida a través de las generaciones y forma parte de la identidad cultural de la región.
Preservar esta actividad es importante para mantener esta identidad cultural y para fomentar un sentido de pertenencia y orgullo en las comunidades locales.
Valor artesanal:
Las sogas producidas a mano tienen un alto valor artesanal y son apreciadas por su calidad, durabilidad y belleza.
El proceso de hacer sogas a mano puede ser bastante laborioso y requiere habilidad y práctica para lograr resultados consistentes y de alta calidad.
Aunque esta técnica ha sido transmitida a lo largo de los años, hoy en día son pocos los artesanos que mantienen esta tradición viva. Es importante preservar la tradición y el valor de los productos hechos a mano, para conservar vivas esas conexiones con la tierra.
El vaivén de las manos al hacer la soga refleja el vaivén de la vida. Al tejer las fibras con movimientos de deslizamiento hacia adelante y hacia atrás, simboliza la flexibilidad necesaria para adaptarnos a los cambios en nuestro camino.
Así como las manos encuentran equilibrio en el proceso de crear la soga, también debemos encontrar equilibrio en nuestra vida, abrazando tanto las alegrías como los desafíos con una actitud flexible y aprendiendo de cada experiencia.
Reflexión Filosófica sobre la Cosmovisión Japonesa y el Arte de Hacer Soga
La técnica de "nawa wo nau" no solo representa un arte ancestral, sino que encarna la profunda conexión entre el ser humano y la naturaleza, un principio fundamental en la cosmovisión japonesa. En este proceso de tejer sogas a partir de la paja de arroz, se revela un ciclo de vida que refleja la armonía y el respeto hacia los recursos naturales. Cada movimiento de las manos, cada deslizamiento y cada trenzado son un eco de la sabiduría que reside en la simplicidad y la paciencia.
En la filosofía japonesa, especialmente en el sintoísmo, se valora la interconexión de todos los elementos del universo. Las sogas "shimenawa", que marcan lo sagrado, actúan como un recordatorio de que lo divino y lo terrenal están entrelazados. Al crear estas cuerdas, no solo se fabrican herramientas útiles, sino que también se establecen vínculos con lo espiritual, protegiendo lo sagrado y respetando la esencia de cada material.
El vaivén de las manos simboliza la fluidez de la vida. En cada tensión y relajación, encontramos una metáfora de nuestras propias experiencias. Así como las fibras se entrelazan y fortalecen en la cuerda, nuestras vivencias, tanto alegres como tristes, se entrelazan para formar la narrativa de nuestra existencia y nos robustecen. Este proceso nos enseña que la flexibilidad y la adaptabilidad son esenciales para enfrentar los cambios inevitables que trae la vida.
Esta cosmovisión nos invita a encontrar el equilibrio en todas las facetas, al igual que el artesano que, con paciencia y dedicación, crea una soga resistente, nosotros también debemos aprender a abordar los altibajos de nuestra vida con una actitud abierta y receptiva. Cada desafío puede ser visto como una oportunidad para aprender y crecer, y cada alegría, como un momento para celebrar y aprender a valorar.
En este sentido, el arte de hacer soga se convierte en una práctica de atención plena, una meditación en movimiento que nos conecta con nuestro entorno y con nosotros mismos. Al observar la naturaleza y trabajar con ella, recordamos que somos parte de un todo mayor, que nuestras acciones tienen un impacto y que la vida, en su esencia, es un tejido de experiencias que debemos abrazar con gratitud y respeto.
Así, el acto de crear una cuerda se transforma en un acto de creación de vida, donde cada hebra y cada movimiento son un reflejo de nuestra capacidad para adaptarnos, aprender y encontrar belleza en la impermanencia y en la imperfección. En este vaivén constante, descubrimos que la vida es, en última instancia, un arte en sí misma, una danza entre lo sagrado y lo cotidiano, un viaje que merece ser recorrido con atención y amor.
Por último, los invito a ver el siguiente video donde se muestra a un grupo de campesinos realizando esta técnica.