“...No pudo ser más vívida la sensación de desgarrar con mis dientes esa carne cruda. Y mi cara, mis ojos… Me había vuelto una desconocida, pero no había duda de que era yo”...
Advertencia: Hay un poco de spoiler. Andrea
Haace muy pocos días, la Academia Sueca de las Letras dio a conocer a la merecedora del Nobel de Literatura, la escritora surcoreana Han Kang. No sé si fue una sorpresa en el mundo literario, pero muchos quienes siguen este premio, se siguen preguntando por qué a Haruki Murakami o Salman Rushdie, entre otros, no se les otorgó a ellos. Sin embargo, una persona más de 20 años más joven que los consagrados escritores, asiática y mujer, se hizo del máximo honor. Pero Han Kang tiene una historia encima; no es una advenediza a la que la Academia le otorgue semejante premio por solo una ola feminista. La mujer desde 1994 viene siendo premiada y fue profesora en el departamento de Escritura Creativa del Instituto de las Artes de Seúl hasta 2018, para dedicarse por completo a la escritura, y, además, sus obras han sido traducidas a más de 30 idiomas.
Si hay algo que caracteriza a las sociedades orientales es que las personas no son de mostrar su emociones, no suelen expresarse de manera abierta, pero cuando alguien rompe esa barrera, los filtros son mucho más frágiles que los de Occidente. No es de extrañar que las películas de terror, o algunos temas literarios o artísticos sean muy brutales a nuestros ojos; los occidentales vemos como normal y hasta sano, expresar lo que llevamos dentro. Manifestado esto, no se sorprendan que el libro “La Vegetariana” sea feroz.
La Transformación de Yeong-hye: Un Grito de Libertad o La Libertad de un Grito
“Si me casé con ella fue porque, así como no parecía tener ningún atractivo especial, tampoco parecía tener ningún defecto en particular. Su manera de ser, sobria y sin ninguna traza de frescura, ingenio o elegancia, me hacía sentir a mis anchas”.
Pues bien, vamos con el libro donde hay un capítulo de igual nombre, “La Vegetariana". Es una novela que narra la historia de Yeong-hye, una mujer sin mucha estridencia para su marido, Cheong. Su carácter fue el elemento que lo convenció, ya que no quería una esposa muy excéntrica que le trajera algún dolor de cabeza en su cotidianidad. Pero un día, a causa de unos sueños perturbadores, Yeong-hye decide ser vegetariana, y ahí comienza el calvario para su marido, que ve cómo se le está escapando cada vez más su tranquilidad, hasta llegar a límites que no puede tolerar, mientras la vida de su esposa se transforma de una manera que él no puede comprender.
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“...Era un poderoso deseo sexual hacia un objeto definido que no sentía desde que se había casado. Desde los treinta y tantos años, no había experimentado algo semejante”...
En un siguiente cuento/capítulo, se encuentra “La Mancha Mongólica”. Aquí, la figura de Yeong-hye es vista a través de su cuñado, un artista de videos, que no tiene nombre en la novela. Él descubre su atracción obsesiva hacia su frágil cuñada, porque tiene una mancha en la nalga que parece un pétalo. El hombre pinta el cuerpo de la joven enfermiza y decrépita para lograr una cinta erótica. Pide la ayuda de un amigo artista, pero no logra concretar el acto sexual; él no se anima por temor a ser descubierto. Sin embargo, cuando observa a través de su lente la entrega de la mujer, su deseo se hace irrefrenable, y decide pintarse para intentar tener a Yeong-Hye.
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“¿En qué punto se torcieron las cosas?, se pregunta en esos momentos. ¿Dónde comenzó todo esto? Mejor dicho, ¿dónde comenzó a desmoronarse todo esto?”
Por otra parte, está la figura de la hermana, In-hye, quien se presenta como una de las más “cuerdas” de todos los personajes que rodean a Yeong-hye. Ella tiene lo suyo, pero es la única que se ocupa del deplorable y grave estado de salud de la mujer. En este capítulo, “Los árboles en llamas”, la vegetariana es retratada a través de los ojos de su hermana mayor, que, al ver el inexorable destino que le espera, trata de entender por qué la vida de todos, en poco tiempo, se dio vuelta y cuáles fueron los motivos que llevaron a Yeong-Hye a tomar tan drástica decisión de manera inquebrantable. In-hye reflexiona sobre la dura vida que tuvo que soportar su hermana del medio, con un padre abusivo y un marido sin luces, además de su propio esposo, que no tuvo miramientos en tener relaciones sexuales aun con la gravedad que presentaba Yeong-hye. A In-hye se la retrata como una mujer segura, amable y establecida económicamente, pero con sus propios dolores; posiblemente, por ser mujer y por una sensibilidad especial, podía comprender la decisión de su hermana de volverse vegetariana hasta el punto extremo.
La novela aborda las oscuridades de una persona, una mujer que está enferma mentamente; los sueños y pesadillas que llevaron a Yeong-hye a cambiar su estilo de vida la torturaron hasta el punto de querer descarnarse de la vida misma, deseando convertirse en vegetal. No solo estaba decidida a no introducir más carne a su alimentación; ella quería dejar de ser carne. Los momentos en que presentó sentimientos y emociones surgieron cuando un estímulo del reino vegetal los provocaba. La excitación sexual se manifiesta a través del dibujo de las plantas en los cuerpos de los hombres que estuvieron con ella. Sus poses eran maneras de querer fundirse con los árboles, y las lágrimas que en algún momento brotaron de sus ojos ocurrieron cuando estaba en conexión con la naturaleza.
Con "La Vegetariana" el tiempo vuela, y uno siente cómo el nudo en la garganta se tensa cada vez más. Es una lectura sin complicados giros; no es lineal, de hecho, el libro inicialmente se publicó en tres cuentos: “La vegetariana”, “La mancha mongólica” y “Los árboles en llamas”, sin embargo, es muy fluida, de las que me gustan.
Es una obra brutal y dura; como mencioné en el segundo párrafo de este artículo, cuando los orientales se expresan, no tienen filtro. Es imposible no sentirse un poco perturbado por la decrepitud que experimenta Yeong-hye, pero lo que más aprieta la garganta es intentar comprender el porqué de su decisión: no solo ser vegetariana, sino querer descarnarse para convertirse en vegetal, deshumanizarse. También perturba los oscuros deseos que pueden despertar en las personas; y hasta dónde, sabiendo que no hay retorno, obligamos a alguien hasta su último suspiro. No es el dolor del otro, es nuestro dolor que necesitamos calmar.
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En el libro "La Vegetariana" de Han Kang, muchos críticos destacan la exploración de temas como la identidad, la represión y la resistencia a través de la historia de Yeong-hye, una mujer que decide dejar de comer carne y, en consecuencia, desafiar las normas sociales y familiares. La obra es elogiada por su estilo narrativo, que combina múltiples perspectivas. Además, se resalta la crítica a la sociedad patriarcal y la forma en que la elección de Yeong-Hye desata tensiones familiares y culturales.
Gabi Martínez, en su prólogo, relaciona la complejidad de la identidad y la cultura contemporánea con las tensiones sociales y económicas en Corea del Sur, y destaca cómo la fusión de la tradición confuciana con un capitalismo agresivo ha generado un entorno donde el éxito y la presión se entrelazan, influyendo en hábitos de consumo, desde el alcohol hasta la alimentación, y afectando profundamente la salud mental y el bienestar de la población.
Premios:
2005- “La Marca Mongólica” (segundo cuento del libro) Premio Literario Yi Sang de Corea del Sur
2016- Premio Man Booker International
2019- XXIV Premio San Clemente
2024- Han Kang Premio Nobel de Literatura
Hola, soy Juan, aclaro para que este comentario no se interprete como autobombo de Andrea. Muy linda la nota, Andrea, y muy interesante la trama del libro! Las tramas orientales siempre tienen esa originalidad que da gusto dejarse caer en sus fauces. Merecido Nobel para la autora seguramente, y un aplauso también para la traductora!
¡Andrea! Tu pluma es un bisturí. Estoy de acuerdo: cuando los orientales se expresan, las imágenes que muestran son feroces.
Dejando a un lado el aspecto político, sociológico, etc de todos los premios, tu reseña es un análisis literario muy sensible. Nos muestras la belleza, analizas el lenguaje, estilo... Y eso es necesario: ante todo estamos hablando de literatura, arte. Herramientas.
Una delicia leer tus artículos.